Una política de igualdad hacia las mujeres requiere mucho más que aumentar y ampliar las voces de las mujeres entre los responsables políticos, necesita reformas de la gobernanza que doten a las instituciones públicas de los incentivos, los expertos, la información, los procedimientos y los recursos en general para responder a las necesidades de las mujeres.

Con la promulgación de esta ley se pretende ubicar a la mujer en igual condición de conducción que los hombres en los lugares de decisión de los gobiernos, sindicatos, asociaciones profesionales, ámbitos parlamentarios, agremiaciones, sociedades del Estado, empresas públicas, colegios profesionales, centros de estudiantes. Al aumentar el número de mujeres en cargos públicos, tanto por elección como por designación, es posible fomentar la capacidad estatal de respuesta a las necesidades de las mujeres. En particular, en el ámbito parlamentario, cuando hay mayor número de mujeres legisladoras se presta mayor atención a las cuestiones de género.

En tanto, el 29 de julio del 2008, Claudia Bernazza presentó el proyecto de ley Emisión de billetes y monedas con efigies de mujeres. La legisladora sostuvo que en el país “el papel moneda nunca estuvo identificado con el rostro de una mujer, aunque las hubo y valiosas. Desde los albores de la independencia nacional, no sólo acompañaron a los hombres de su época, sino que protagonizaron los principales capítulos de nuestra historia”.



La iniciativa presentada establece que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) utilice en forma alternada efigies de mujeres y varones de nuestra historia en la emisión de billetes y monedas que conforman la línea monetaria de curso legal. En los fundamentos del proyecto, se sostuvo que entre las grandes protagonistas de la historia nacional figuran mujeres como Juana Azurduy, Cecilia Grierson, primera médica argentina; intelectuales y docentes como María Sánchez de Thompson, Juana Manuela Gorriti o Rosario Vera Peñaloza, activistas sindicales como Carolina Muzilli, activistas políticas como Julieta Lantieri, Alicia Moreau de Justo o Eva Duarte de Perón.

La ausencia o presencia de mujeres en cargos institucionales y políticos habla mucho de la cultura en general y de la cultura política en particular. En las alianzas políticas de este tiempo, entre los dirigentes sectoriales más conocidos, en la conducción de claustros o centros de estudios que se jactan de progresismo, las mujeres no están. Si este paisaje se ha vuelto natural, no nos pueden sorprender la  competencia feroz, el déficit de participación y la intolerancia como método.

Claudia Bernazza, 8 de marzo de 2009

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