Desafíos pendientes

Fortalecer una cultura de planificación gubernamental, en el marco del debate de un perfil de provincia y un proyecto nacional.
Simplificar los trámites administrativos de la administración provincial, a través de múltiples alternativas de actuación y la moderación de formalismos, garantizando los resultados que la ciudadanía demanda.
En este contexto, establecer un nuevo marco legal que rija el procedimiento administrativo provincial, a fin de colaborar con una mayor flexibilidad y celeridad procedimental.
Difundir y debatir en el ámbito paritario una nueva ley de Empleo Público surgida como convención colectiva, que resguarde y establezca definitivamente una carrera profesional pública.
Unificar las regiones definidas por las distintas áreas de la Administración Pública Provincial, a partir del análisis de las ya existentes.
Profundizar la descentralización política y administrativa.
Establecer nuevos dispositivos de comunicación y participación ciudadana.
Profundizar la formación de los niveles de conducción del Estado Provincial y municipal.
Multiplicar los espacios locales y regionales de formación de dirigentes políticos y sociales, a fin de acompañar el proceso de descentralización y fortalecer el protagonismo social, reforzando la inclusión de jóvenes en el proceso formativo.
Consolidar el Programa de cursado o finalización de los niveles de educación general básica y polimodal para empleados de la Administración Pública Provincial en todas las modalidades, a fin de abarcar a todos los agentes estatales destinatarios de esta política.
   
 

“Pensar el papel del Estado en sociedades cambiantes obliga a un debate que retome temas y los introduzca como parte de la reforma del aparato estatal. Por un lado, está la necesidad de una mayor intervención estatal en el modelo de desarrollo tanto en funciones ejecutivas como reguladoras, lo que requiere una mayor capacidad informativa y de acumulación de conocimiento.

Guste o no guste, frente a cuestiones como el medio ambiente y preservación de recursos naturales, la energía, la innovación en ciencia y tecnología, la integración en bloques supranacionales que puedan enfrentar la globalización, por citar sólo algunos, el papel del Estado deberá ser reforzado.

Por otro lado, la eliminación de la pobreza y, sobre todo, la superación de las desigualdades, con lo que ello implica de expansión de políticas públicas transversales y de reforma impositiva, obliga a una reestructuración del Estado. Nada de ello puede ser posible, sin embargo, si no se toma en serio la cuestión de la relación entre Estado y sociedad que requiere, a la vez, hacer a éste impermeable a las presiones de los grupos de poder, económicos, comunicacionales, corporativos, que intentan identificar al Estado con sus propios intereses y, por otro lado, incorporar a la elaboración de políticas publicas la participación ciudadana tanto en funciones deliberativas, fiscalizadoras y, en ciertos casos, decisorias.

Es cierto que hay iniciativas importantes y respetables en casi todos estos aspectos, pero se ven desprendidas unas de otras. La concepción de radicalidad, integralidad y transversalidad de una reforma del Estado es aún muy incipiente y presa de una visión tecnocrática, en la que el debate sobre el proyecto de sociedad está ausente.”


Manuel Antonio GARRETÓN
La verdadera reforma del Estado sigue pendiente,
diario Clarín, 23 de septiembre de 2007.


 

 

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